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Para una vez que Susan Tessler
fue a salir en un poema
tuvo que ser el maldito día
en que la violaron
cuatro muchachos de Arkansas.
Yo estaba asistiendo entonces
al taller poético de Herbert Payton
y lo vi tan claro como sucio:
cogí a Susan en el sexto verso
y le fui explicando naranja a naranja
las razones para no denunciar su caso
a los policíos
a los familios
a los democracios
a los justicios
y le dije, Susan, no hay verso libre
sin la fiebre redonda de una detonación,
sólo tú puedes clavar este poema
en el gancho letal de un estallido,
sólo tú puedes Susan y debes hacerlo,
monta en el coche y toma
esta Browning de nueve milímetros,
empúñala con carne y rabia
y cuando des con ellos no lo dudes, Susan,
debes matarlos, Susan,
mátalos.
miércoles, 13 de julio de 2011
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