jueves, 14 de julio de 2011

ANECDOTARIO DE ESCRITORES (208): Un grupo de admiradores franceses de Cervantes llega a Madrid y se sorprende ante la pobreza del escritor

Pero Márquez añade más: en su concepción de capellán del arzobispo Sandoval, había estado presente en la visita que precisamente pocos días antes había hecho Sandoval al embajador extraordinario de Francia; aquel embajador enviado por la reina francesa María de Médicis para negociar los matrimonios entre los príncipes de ambas naciones: el del futuro Felipe IV con Isabel de Borbón y el de Luis XIII con Ana de Austria. Y es cuando el capellán nos da la estupenda noticia: en cuanto los caballeros franceses del cortejo del embajador se enteran de su oficio de censor, como gente culta y amiga de las buenas letras, le preguntan sobre las obras de mayor actualidad. Y entonces surge el nombre mágico:
Apenas oyeron el nombre de Miguel de Cervantes, cuando se comenzaron a hacer lenguas, encareciendo la estimación en que, así en Francia como en los reinos sus confinantes se tenían sus obras...
Allí fue el recordar a La Galatea, las Novelas Ejemplares y la primera parte de El Quijote:
...que alguno de ellos tiene casi de memoria...
Aquellos franceses ardían en deseos de conocer a nuestro gran escritor:
Fueron tantos sus encarecimientos, que me ofrecí [a] llevarles que viesen el autor dellas, que estimaron con mil demostraciones de vivos deseos.
Pero, de momento, quisieron saber los mayores detalles posibles. Y el capellán no pudo menos de confesarles la penosa realidad:
Halléme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre...
Ante tal información, los franceses no pudieron menos de mostrar su extrañeza. De tal modo que uno de ellos exclamó:
Pues, ¿a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?
Mientras que otro, no sé si más discreto o más cínico, comentó:
Si necesidad le ha de obligar a escribir, plega a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo.
MANUEL FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Cervantes visto por un historiador, Espasa Calpe, 2005, Madrid, págs. 524 y 525
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