Con respecto a la poesía, perder demasiado tiempo en apellidarla de realista, figurativa, abstracta, metafísica, de la experiencia, social o del silencio me merece tres opiniones contundentes: en primer lugar, se trata de un bizantinismo, es decir, de una pomposa variedad de la pamplina, recubierto con un cierto prestigio asiático, y cuyo único servicio es aumentar la hojarasca que enmaraña la arboleda de la literatura -recensiones sobre recensiones, prólogos, epílogos, tesis-; en segundo lugar, representa de por sí una actividad fallida, una obsesión que constituye un pecado bautismal: poner nombre a aquello que no lo necesita; y en último lugar, ofrece una coartada inmejorable para que todos los facinerosos a quienes el cielo negó el don de la poesía den por supuesto que tienen algo interesante que decir acerca de ella
CARLOS MARZAL, Poesía, pág. 78, recogido por Ainhoa Sáenz de Saitegui en A rose is a rose is a rose: Epistemología de metáfora en la obra de Carlos Marzal, análisis recogido en el libro Los escritores y el lenguaje, de Ricardo Senabre - Ascensión Rivas - Iñaki Gabaráin (Eds), Aquilafuente, 130, Ediciones de la Universidad de Salamanca, Salamanca, 2008, pág.11
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