Mi pelo de minotauro al piano, mi sonrisa unicornia, la fontanería de mis dientes, la traqueada perfección de mi hambre, todo será arrasado por el tiempo, vencido por el farallón de las horas, aplastado por la orquesta negra del calendario, mis ojos verdes y grises, mis pies pugnaces e incoloros, mis manos como serpientes asaltando los pebeteros, mi pecho, todo será destruido, desmontado, minuciosamente desaparecido, de mí no quedará más que cal y fósforo, esqueleto, mala mueca, ni un solo recuerdo, mera inscripción de ceros, nada.
Lo estoy viendo. Lo noto. Las bacterias por mis placas dentales. La falta de colágeno. El cabello abandonando la cubierta. Los veinteañeros pisando fuerte, mordiendo y pidiendo paso, recordándome mis treinta y siete años. ¿Qué debo hacer? ¿Reordenar la muerte y hacerla mi dispensario? ¿Detener los números y volverme democracio? ¿Enfrentarme al viento, yo que soy el hijo del viento?
No. Ya es tarde para clerecías. Qué importa que mi corazón sea un gato en muletas y mis sueños como montañas de esparadrapo: si he de quedarme con un punto del horizonte, que sea el más lejano; si es inevitable mi captura, que me capturen en la zona roja del vértigo; si es seguro mi fracaso, que sea en el erotismo al límite, en el tigre más alto de velocidad.
Hoy. Viernes. 21:00. Mesón El Kiebro. Fuenlabrada. Plaza del poniente, 9. Metro Fuenlabrada Central. Recital Ácido Tour: Ana Pérez Cañamares, Gsús Bonilla, Batania, Dani Sancet, Antonio Yeska, Bolo, Antonio Díez y Bacovicius.
La poesía ha vuelto y yo no tengo la culpa.
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