Entre las muchas lecciones dadas a la chita callando por la silenciosa Gabriela Mistral, está esa de enseñar, a las mujeres que quieren tener perdones y privilegios al solo título de mujeres, que no es buen juego ni buena sangre intentar ganar las batallas del espíritu con disfraces de infelicetas. Ya se sabe que la mujer había adoptado un aire de apaleada, de perseguida, de marginada, gracias al cual armóse un tremendo barullo en todas partes; nació, como posteriormente, la industria de ser mujer. Ser mujer llegó a ser una patente, un título, un arma. Echóse en el olvido que la única igualdad permanente y digna es la igualdad sustancial del ser humano como tal ser humano, y para destruir un prejuicio erigieron otro prejuicio, peor que el anterior. Gabriela Mistral, grandísima mujer, echó a andar silenciosamente, sin estruendos, sin aspavientos, sin andar diciendo "miren a mí, una mujer, cómo sé, cómo me parezco a los hombres". Nunca ha estado en pose mercedespintona ni sufragistera; ha hecho naturalmente lo que tenía que hacer, y lo ha hecho con tal maravilla, que Gabriela Mistral encuéntrase colocada como en lo alto de una hermosa montaña.
GASTÓN BAQUERO, Geografía literaria (1945-1996), Signos, Madrid, 2007, pág. 54
. jueves, 21 de abril de 2011
ARCADIA LITERARIA (32): Gastón Baquero a favor de Gabriela Mistral
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario