En el expediente de su interrogatorio se dice que Mandelstam recitó todo el poema sobre Stalin a sus inquisidores, y que afirmó que "sí, yo soy el autor de esos versos", añadiendo, con cierto pavor, que "no he dado ninguna copia a nadie, aunque se lo leí a mi mujer, a mi hermana, a la escritora Anna Ajmátova y a su hijo Lev Gumiliov". De esa manera, Pasternak, Ajmátova y Guerstein terminaron figurando en la lista que el NKVD le sonsacó a Mandelstam con los nombres de todos los sospechosos que habían escuchado "El lobo". Guerstein conocía a otras catorce personas que habían oído el poema, una de las cuales debió de soplárselo a la secreta. Según Nadiezhda Mandelstam, el policía que interrogó a Ósip ya tenía una versión del poema escrita a mano por Maria Petróvij, lo cual sugiere que ésta debía de estar vinculada con el NKVD de alguna forma. Pero Ajmátova afirmó haberle oído contar a Mandelstam todo lo ocurrido, y, de hecho, la amistad de Anna con María se mantuvo intacta durante los siguientes treinta años.
Al final, la sentencia a Mandelstam fue menos severa de lo que cabía temer. Le exiliaron tres años a Cherdin, un pueblo a orillas del río Kama, en los Urales, y permitieron que Nadiehzda se marchara con él. Ajmátova, en cambio, volvió a Leningrado sin poder ver de nuevo a su amigo, así que éste no pudo desembarazarse de su obsesión de que Anna pudiera yacer muerta en los barrancos de Cherdin. Mandelstam aún estaba psicológicamente enfermo y convencido de que, a pesar de haberle liberado, iban a fusilarlo. Soñó que la secreta arrestaba a Anna, y creía que aún la estaban interrogando. Estando en el hospital de Cherdin, se rompió un brazo al saltar por una ventana. Gracias a Bujarin, le atenuaron la pena de exilio, dándole a elegir otro lugar donde cumplirla que no fuera ninguna de las doce ciudades principales. Los Mandelstam se instalaron en Voronezh.
ELAINE FEINSTEIN, Anna Ajmátova, Circe, Barcelona, 2007, págs. 197 y 198. Traducción de Xoán Abeleira
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