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Está prohibido decir que toda la gran poesía amorosa de Pedro Salinas nació de un adulterio. Los laínes, marías y rosales, el "trust" de cerebros de Vicente Marrero, han levantado una empalizada para proteger a nuestros valores, del Siglo de Oro para acá, pasando por Cervantes, Jovellanos, el 98 y Ortega. Nuestros genios jamás escribieron una palabra equivocada ni echaron un polvo fuera de casa.
Este dogmatismo, como todos los dogmatismos, es naturalmente ignorancia, cerrilismo, procomún, actitud mostrenca. Francia erige la gracia de su cultura en que Descartes va a misa, Montaigne es homosexual, Voltaire viejo verde, Baudelaire impotente, Proust niño/niña, France cobarde, los surrealistas unos analfabetos que sólo han leído a Freud, etc. Así, Francia tiene unos clásicos vivos, actuantes, y España unos clásicos fósiles, encarcelados por la derecha inmóvil, la izquierda fanática y los lectores bienpensantes. ¿Cómo explicar que don Antonio Machado, el gran poeta civil, fue un menorero enamorado de una niña de catorce? ¿Y cómo explicar que esto no va contra Machado, sino en su gloria y favor? Otros países tienen clásicos, nosotros tenemos beatos
FRANCISCO UMBRAL, Diccionario de literatura, Planeta, Barcelona, 1997, pág. 46
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