.

Había perdido el empleo. Sin quererlo le hicieron un favor. Él mismo lo explica citando adivinas. Una vieja señora británica le vio la suerte en unas hojas de té. Le vaticinó una vida nueva: se convertiría en un viajero y sería rico. Al menos en parte, dicho y hecho. El destino le cambió de un día para otro. Fue nombrado profesor en la Asociación Argentina de Cultura Inglesa. Como si fuera poco, lo contrataron en calidad de conferencista sobre literatura clásica norteamericana en el Colegio Libre de Estudios Superiores. Las hojas de té eran sus amigas. Algo más. Le encargaron la dirección de la revista Anales. Allí Borges publicó el primer cuento de "un muchacho muy alto, cuyos rasgos no puedo recobrar... le dije que volviera a los diez días y le daría mi parecer. Volvió a la semana. Le dije que su cuento me gustaba y que había sido entregado a la imprenta". El muchacho muy alto era Julio Cortázar. Su cuento, Casa tomada, fue ilustrado por Norah, la hermana del director. "Pasaron los años -evoca Borges- y me confió una noche, en París, que ésta había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento".
VOLODIA TEITELBOIM, Los dos Borges, Ediciones Merán, Albacete, 2003, pág. 164
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario