martes, 28 de septiembre de 2010

Príncipe Pío, martes, 20:00

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Creo que a partir de ahora voy a empezar a disparar poemas “a discreción”, porque la fórmula de autoexigencia que elegí a partir de 2008 no me está dando resultados. A los hechos me remito: considero que en los tres últimos años he mejorado mi calidad en prosa a un punto que no me reconozco, pero mis poemas se han estancado y hasta entiendo que han empeorado. En 2007 escribí más de 400 poemas, en 2008 escribí 250, en 2009 llegué a 57 y este año llevo diecinueve, y la conclusión que extraigo es que mis mejores y peores versos los escribí en 2007 y 2008. Ahora ya no escupo tantos poemas garrafales como antes, pero tampoco me acerco a la calidad de poemas antiguos como “Las fresas”, “Y va y me dice”, “La casa sola”, “Un loco que se cree Batania”, "Se tarda tanto en caer de un andamio" o “No es el amor una forma cualquiera de destruirse”, trabajos de los que estoy orgulloso porque luego me he demostrado que me es difícil llegar a ese nivel. Da la casualidad de que cada uno de esos poemas me visitó después de escribir diez o doce poemas malísimos, por lo que me planteo la conveniencia de escribir mucho aunque sea malo antes que poco aunque sea algo mejor. Empiezo a creer que debo andar continuamente entre ortigas para encontrar de vez en cuando alguna ramita de romero, quizá porque mi respiración es silvestre, muy poco reflexiva, espontánea, refractaria a los conceptos. Por tanto, os aviso. Preparaos para recibir la mayor ración de poemas deplorables de la era blog. Empiezo.
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