.
.
Las noches duraban los días que te permitía tu energía. Todo ese mundo quedó en su obra, porque cuando Alejandra escribía se volvía parte del poema. Había que verla. Una noche llegó Olga Orozco, con una botella de Norton blanco. Alejandra dijo: "Te voy a presentar a la más grande poeta de la Argentina". La Orozco con su botella leía poemas como nadie y Alejandra se arrodillaba como una especie de novicia ante el relato.
A veces la llamaba Julio Cortázar y Alejandra me decía: "Decile que no estoy, que salí, que ahora vuelvo". Porque estaba muy concentrada escribiendo su poesía. Ella le había pasado a máquina el original de Rayuela y Cortázar quería recuperar el manuscrito y la llamaba a su casa, tipo a las dos de la mañana. Yo atendía, me temblaba la mano, me ponía eléctrico, porque la telefonista decía: 'De persona a persona con Alejandra Pizarnik de parte del señor Julio Cortázar'. Yo temblaba y la otra tartamudeando me decía: "Decile que acabo de salir... porque todavía... no los encontré". Había perdido los originales de Rayuela y se los tenía que devolver. Cortázar la llamaba a esas horas porque sabía que Alejandra era una habitante de la noche. Era una rehén de esa zona oscura que ella necesitaba, una especie de gitana del lenguaje. Ella tenía el manuscrito porque se lo pasó en limpio a Julio como un agradecimiento a que él le había conseguido el departamento en donde vivía y la ayudó a mudarse. Hicieron como un canje energético. Al final, por suerte, encontró los originales y volvía a tener una relación menos tensa.
.
FERNANDO NOY, en Fernando Noy, el presidente de la noche, 31 de agosto de 1994, en sololiteratura.com (AQUÍ)
..
No hay comentarios:
Publicar un comentario