miércoles, 29 de septiembre de 2010

130. Cinco poemas de "Textos de sombra", de ALEJANDRA PIZARNIK

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PRESENCIA DE SOMBRA Alguien habla. Alguien me dice. Extraordinario silencio el de esta noche. Alguien proyecta su sombra en la pared de mi cuarto. Alguien me mira con mis ojos que no son los míos. Ella escribe como una lámpara que se apaga, ella escribe como una lámpara que se enciende. Camina silenciosa. La noche es una mujer vieja con la cabeza llena de flores. La noche no es la hija preferida de la reina loca. Camina silenciosa hacia la profundidad la hija de los reyes. De demencia la noche, de no tiempo. De memoria la noche, de siempre sombras. OJOS PRIMITIVOS El color infernal de algunas pasiones, una antigua ternura. Los faltos de algo, de todo, al sol negro de sus deseos elementales, excesivos, no cumplidos. Alguien canta una canción del color del nacimiento: por el estribillo pasa la loca con su corona plateada. Le arrojan piedras. Yo no miro nunca el interior de los cantos. Siempre, en el fondo, hay una reina muerta. RECUERDOS DE LA PEQUEÑA CASA DEL CANTO Era azul como su mano en el instante de la muerte. Era su mano crispada, era el último orgasmo. Era su pija parada como un pájaro que está por llover, parada para recibirla a ella, la muerte, la amante (o no) Ya no sé hablar. ¿Con quién? Nunca encontré un alma gemela. Nadie fue un sueño. Me dejaron con los sueños abiertos, con mi herida central abierta, con mi desgarradura. Me lamento; tengo derecho a hacerlo. Asimismo, desprecio a los que no se interesan por mí. Mi solo deseo ha sido No lo diré. Hasta yo, o sobre todo yo, me traiciono. Como un niño de pecho he acallado mi alma. Ya no sé hablar. Ya no puedo hablar. He desbaratado lo que no me dieron, que era todo lo que tenía. Y es otra vez la muerte. Se cierne sobre mí, es mi único horizonte. Nadie se parece a mi sueño. He sentido amor y lo maltrataron, sí, a mí que nunca había querido. El amor más profundo desaparecerá para siempre. ¿Qué podemos amar que no sea una sombra? Murieron ya los sueños sagrados de la infancia y la naturaleza también, la que me amaba ESCRITO EN “ANAHUAC” (TALITAS) Verde esencialmente reconcentrado en mis ojos que pintan la hierba que luego echa flores en la memoria de los animales. Abrazada a la tierra. Tierra o madre o muerte, no me abandones aun si yo me he abandonado. • • • La noche soy y hemos perdido. Así hablo yo, cobardes. La noche ha caído y ya se ha pensado en todo. ALEJANDRA PIZARNIK (Buenos Aires, 1936-1972), Textos de sombra, Poesía completa, Lumen, Barcelona, 2005, págs. 401-453 .

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