domingo, 1 de enero de 2012

ARCADIA LITERARIA (45): Umbral a favor de Juan Manuel de Prada

NOTA: El libro en el que se publicó la primera edición de esta arcadia es de 1995; entonces Francisco Umbral y Juan Manuel de Prada eran amigos. Más tarde se enemistaron y pasaron a la sección "troya", como se puede comprobar AQUÍ
PRADA (Juan Manuel de). En la época de las vanguardias, Ramón Gómez de la Serna publicó un libro titulado Senos, que era una monografía sobre esa parte de la anatomía femenina. Libro de gran belleza e imaginación, en él hay de todo menos pornografía, naturalmente, ni siquiera erotismo, apenas, a pesar de lo cual Ramón tuvo fuerte polémica con las feministas italianas (Ramón, por entonces, era traducido a toda Europa).
Tantos años más tarde, un joven profesor y prosista de ahora mismo, fino crítico literario, Juan Manuel de Prada, publica en Valdemar un libro titulado Coños, sobre el que gravita inevitablemente el recuerdo de Senos, sólo que casi nadie se acuerda de Ramón ni conoce aquel libro. Prada, un verdadero monje de la prosa, que vive para miniarla, y que ya ha llegado a raros hallazgos, pese a su juventud, tampoco ha pretendido hacer pornografía, erotismo ni siquiera fetichismo, aunque el fetichismo está implícito en la elección del tema. Quienes lean este libro con voluntad ereccional se van a llevar un fiasco, pues la obra, tan original, es (aparte un obvio homenaje a la mujer), un ejercicio ramoniano de inventiva, estilo, narración, imagen, palabra y juego. Estos grandes estilistas (Ramón y Prada) se imponen al tema y lo cosifican. Los coños de Prada son tan literarios y pactados como los senos ramonianos.
Hacerle a Coños una lectura lúbrica es frustrante, porque a Prada no le preocupa el coño, al menos como escritor, sino la literatura (magnífica) y un exceso de literatura, ya digo, puede cosificar el objeto, aunque esté vivo y latente. Lo que importa en Prada es el hallazgo de un creador que cuida y mejora la prosa, que actualiza el gran estilo barroco español, que no se limita a redactar, que es lo que vienen haciendo hoy varias generaciones españolas, porque este viejo y humilde menester de escribir bien el castellano, con sentido artesano de la palabra y voluntad gremial, es una cosa que se está perdiendo con la cultura de la imagen y la colonización anglosajona, vía latinoché. Venimos de San Millán de la Cogolla y llegamos hasta Raúl del Pozo o Campmany, tenemos mil años de español detrás y cada vez hay menos gente que sepa escribir. Estoy haciendo un diccionario de literatura española contemporánea, busco nuevos valores y muy raramente me aparece un prosista como Prada, con tanta voluntad de mantener el discurso literario por sí mismo, como bien querían los estructuralistas, y como nos dejó enseñado para siempre el imprescindible Roland Barthes: el placer del texto. El placer del texto está en Coños, y que nadie busque ahí otros placeres. Prada escribe de los coños como podría escribir de las magnolias. Lo que él necesita es escribir, verbo intransitivo.
Miguel García-Posada ha escrito cosas muy finas y fuertes contra la literatura "fisiologista", como él la llama (hay colecciones enteras), y que no es sino pornografía. Prada no cae nunca en el fisiologismo, sino que está metaforizando siempre a la mujer, o narrándola poéticamente. Claro que Simone de Beauvoir, lesbiana, en El segundo sexo, condena en bloque al surrealismo por su cosificación de la mujer. Nunca se le ocurrió a la Beauvoir que la escritura en sí es cosificante. Jorge Manrique cosifica a su padre al hacerle unas inmortales coplas. Pero nada de eso importa ante la emergencia de un prosista joven que quiere escribir en castellano y no redactar traduciéndose a sí mismo del inglés. De momento, y pese a los anglos, el castellano se salva y prolonga en Juan Manuel de Prada.
FRANCISCO UMBRAL, Diccionario de literatura, Planeta, Barcelona, 1997, págs. 208-210

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