Cada vez que le pedíamos a mi padre que pusiera línea telefónica o instalación de agua caliente o una antena nueva para ver la UHF, siempre nos respondía que mis abuelos habían vivido muy bien sin esos aparatos que a nosotros nos parecían tan necesarios, y aunque esa respuesta entonces me desagradaba, hoy es el día en que me apunto a ella con todas las fuerzas. Fuera los gastos superfluos. Si mi padre vivió sin móvil, por qué no lo puedo hacer yo. Adiós por tanto al móvil desde este mismo mes, pues no lo necesito para nada y me violenta muchísimo, porque la poetambre de Madrid no sabe utilizarlo (sólo te llaman para chorradas). Además, viendo la dirección que va tomando la economía, parece claro que volvemos a Altamira, lo que tampoco es ninguna catástrofe, porque vamos a quitarnos mucha chuchería y mucho 3x2 de encima (y además en Altamira se permite hacer pintadas en las paredes).
sábado, 17 de septiembre de 2011
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