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Un poeta que sepa lo que son las coordenadas de Gauss tiene más probabilidades de escribir un buen soneto de amor que un poeta que no lo sepa. No hay en esto más que una paradoja aparente. Un poeta que se dio al trabajo de interesarse por una dificultad matemática tiene en sí el instinto de la curiosidad intelectual, y quien tiene en sí el instinto de la curiosidad intelectual recogió por cierto, en el decurso de su experiencia de la vida, pormenores del amor y del sentimiento superiores a los que podría haber recogido quien no es capaz de interesarse sino por el curso normal de la vida que lo afecta: el comedero del oficio y la correa de la sumisión. Uno está más vivo que el otro por lo menos como poeta: de ahí la relación sutil entre las coordenadas de Gauss y la Amaryllis del momento. Uno es un hombre que es poeta, el otro un animal que hace versos
FERNANDO PESSOA, Los poetas y la cultura, 1924, Ensayo Pessoa, traducido por Carlos H. Rasines. Todo el artículo AQUÍ
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martes, 12 de julio de 2011
Una reflexión de FERNANDO PESSOA
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