Cuando se cumplían un mes y 22 días de la boda, Delmira, decide separarse de su esposo y retornar a su hogar de soltera, donde la espera su celosa y neurótica madre, quien ya había advertido a Manuel Ugarte que "el matrimonio y los hijos, que pudieran llegar, destruirían para siempre el genio de Delmira", según lo narra Alejandro Cáceres en Delmira Agustini, nuevas penetraciones críticas.
La fractura de la pareja y la solicitud de divorcio realizada por Delmira, en noviembre de 1913, cuando éste recién se había aprobado, impulsado durante el gobierno de José Batlle y Ordóñez, llevaron a que Enrique Reyes se sintiera herido en su amor propio de masculinidad criolla y golpeado en su conservadora cultura católica.
Decide, a pesar de todo, mantener una relación con su esposa y adopta la posición de amante. Alquila una habitación en una vivienda de la calle Andes 1206 esquina Canelones, colocando en las paredes diversas fotos de la poetisa y de esta forma acepta los encuentros, que ella le impone dos o tres veces a la semana.
La fría tarde del 6 de julio de l914, luego del encuentro amatorio, Enrique Job Reyes dispara dos balazos que impactan en la espalda de la poetisa, cuando esta se estaba calzando. Luego se suicida. Según crónicas de la época, Reyes llegó al hospital con vida y falleció después.
RUBÉN BORRAZAS, Obra, pasión y muerte de una poetisa, La República, 28 de julio de 2006
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